“Fedor Dostoyevsky, prisionero en Siberia alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, pedía socorro por carta a su lejana familia y solo decía: ¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera! Tenía frío y no pedía fuego; tenía sed y no pedía agua; Pedía LIBROS es decir, horizontes , es decir escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física dura poco pero la agonia del alma insatisfecha dura toda la vida”
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